No veía a Pedro desde el jueves tal vez, le pedía al universo que le diera otra oportunidad, deseaba que ojalá simplemente su paracaídas no hubiese abierto, se hubiese roto el cuello en bicicleta o alguna de sus amantes lo tuviera encadenado a la cama.
Pedro luchaba con demasiados demonios, periodos extensos de carcel, épocas en el servicio militar aleman, alcohol, anorexia, bulimia, divorcios y su más fiel compañía la soledad.
Cuando llame a su teléfono, obviamente era un número equivocado. Espero crucemos caminos nuevamente. Ojalá no el la carcel, no en la morgue, menos en la casa de locos.
Javier