Ella me confiesa que es el segundo viernes que pasará sola desde que está en Chile, yo me quede pensando y no puedo recordar la última vez que estuve un viernes, jueves, miércoles, martes, lunes, domingo o sábado acompañado.
Que ridícula puede ser la escena, que solitario me he vuelto, que solitario me he sentido.
Y la luna sigue perfecta, bueno también solitaria, también incomprendida.
“Aquella soledad es el peaje que deberás pagar por semejante aventura”