Debió ser por ahí el 98 0 2000. Un swell norte clásico de verano pegaba inteso en la playa, las olas rompian salvaje en el fondo de arena de la avenida del mar.
Mamá se levanto despues de horas de tomar sol, perfecto bikini, perfecto bronceado y dijo:
– Ya negrito, vamos a nadar – con a voz más dulce que conocí mientras las olas superaban los 3 metros y las banderas rojas sobre la arena flameaban.
Fue la primera vez que ví el mar con otros ojos, la gran herencia de mi madre, la mejor locura que viví.
Javier