
Hoy las ganas de tomar mi teléfono y contarte donde estoy y lo bello que luce el atardecer fueron brutales.
Estuvimos acá en otra época, estuvimos acá quizás en otra vida y fue totalmente maravilloso.
Muchas cosas en mi no han cambiado, sigo dejándome llevar por mi instinto, por aquellas corazonadas que me permitieron conocerte.
Que ganas de tomar el teléfono y pedirte que tomes el siguiente vuelo o conduzcas hasta acá, sentarnos a mirar el atardecer, compartir el café y reír de lo ridiculo que ha sido todo.
Recuerdo que prometí no ser imprudente mientras mis pies se sienten tan bien sobre la arena.
Infielmente tuyo,
Javier