Llegó con dos horas de retraso, parecían siglos que no probaba un poco de carne humana. Yo, yo que me prostituí de habitación en habitación tantas veces que tuve que comencé a perder la cuenta después de la numero cuatrocientos y algo.
Llegó con dos horas de retraso y yo ya estaba un poco impaciente, paranoico.
Sacó un cigarrillo, lo fumo mientras yo solo pensaba en observar cada detalle para escribir. Me das confianza, dijo ella.
Le pedí que se fuera y le pagué el doble. Me quede en cama todo el día.
Sentimientos maternalistas cuando yo pensaba en asesinarla.
Que extraña las circunstancias ,
Javier