Seguía sin interesarme mucho lo que pasara conmigo,
seguían las terapias de electro shock,
seguían las pistolas apuntándome a la cabeza,
seguía caminando por cuerdas flojas,
entre edificios kilometricos,
seguía saltando de aviones sin paracaídas de emergencia,
seguía tratando con gente peligrosa,
seguía cerrando los ojos y chocando con paredes,
seguía con las amantes peligrosas,
seguía haciendo malabares con cuchillos afilados,
seguía deseando mujeres con dueño,
seguía jodiendo con dios.
Mi doctor proponía una lobotomia,
no hay caso – le dije.
Está escrito en mi ADN.
Javier