Me había estado sintiendo increíblemente bien, incluso había olvidado donde dejé mis notas de suicido, pesándolo bien, ni siquiera recuerdo de que trataban.
Me había estado sintiendo tan bien últimamente que me la pasaba el día sonriendo honestamente, y no midiendo alturas de edificios para calcular la rapidez y fuerza de impacto al caer en ecuaciones de caída libre.
He había estado sintiendo tan bien que tenía la necesidad de estar haciendo feliz a todo el que se cruzara a mi lado, en un afán altruista que me otorgaba una satisfacción deliciosa, me sentía como un niño desprovisto de contaminación, bailando al ritmo de la música, intocable, desprovisto de armaduras.
Había estado sintiéndome tan bien que ya no iba por ahí destruyendo cosas, más bien pintaba en magníficos colores castillos de ensueño donde podía habitar toda aquella ternura.
Y fluía en corrientes mágicas, como si en este momento pudiera unir todas las piezas del rompecabezas, como si perdiera ver las cosas con perspectiva, sin una pizca de miedo, con una abundancia en coraje, aún con ma cojones que siempre
Meteórico.
Me había estado sintiendo tan bien que cerré los ojos, me quité los zapatos y di las gracias, como lo hacía cuando pequeño y vivíamos en una eterna primavera
Javier