Nos habíamos prometido una historia después de cada visita al bar.
No solo se trataba de buen sexo en hoteles y jugarretas de piernas bajo la mesa.
Era sobre mucho espíritu, mucho amor y mucho dolor.
Podría cerrar los ojos y despertar en cualquier lugar y miraría al cielo como quien lo ha experimentado todo.
Las rubias adornan el lugar y yo voy perdiendo la cabeza, unos cuantos miles de dólares y estoy seguro que otra nueva resaca me enviaría directo a la casa de la locura.
Querida: es tiempo de alguna señal, me pregunto si te dedicaste a ser feliz, por que de verdad te lo merecías, alejada del caos, de las niñerías , de los absurdos.
Tal vez lo único que me podría sacar de este estado tan adormecido y extraño.
Tal vez lo único que me aterra.
Voy siguiendo a la luna
Infielmente tuyo,
Javier