Había olvidado esa sensación: conducir al oeste, el sunset de colores carmesí, el viento en el rostro, yo solo conduzco relajado con la mirada fija mientras la luna es testigo de toda la escena.
Y estoy en algún lugar de Santiago abriendo capítulos de mi niñez, escenas violentas, otros capítulos de locura y amor.
Hay una sensación en el aire, exquisita por decirlo de alguna manera.
Por que un hombre tendría el afán de destruirlo todo una y otra vez ?
Infielmente tuyo,
Javier