Caí desmayado sobre el teclado, antes de perder el conocimiento y la caída libre sonreí, había llevado las cosas al siguiente nivel, nuevamente.
He transitado los últimos días en imágenes pseudo oníricas, cuadros perfectos, escenarios tan cautivadores que incluso podrían conmoverme a mí, a mi que pretendo que no me importa nada.
La atmósfera de estos lugares mezclada con el vino invita a perderse entre la mala poesía y los amores incorrectos, geografías prohibidas que no debería transitar, claro, donde más siento un magnetismo.
Corrí y me arrastré por todas las causas que consideré correctas, dignas de perder la cabeza, fuí detrás de todos aquellos llamados del espíritu, donde el corazón sufriría las consecuencias. Y otra vez sin arrepentimientos, otra vez sin saber si me voy haciendo más sabio y más idiota. Otra vez sin saber si una persona como yo aprende alguna lección.
Sonreí otra vez, sigo ardiendo, sigo escribiendo y cada vez dudo menos cuando me toca apostar todo en un solo movimiento.
Demasiada belleza quizás en algunas mentes,
algo demasiado bello para ser profanado y contaminado
Javier